Básicamente, la periostitis tibial se percata como un dolor en la región tibial inferior en su cara interna. Ese dolor puede venir acompañado de palpitación, molestias, hinchazón leve en la zona baja de la pierna o más dolor en la parte interna de los gemelos.
Durante un entrenamiento, si padecemos periostitis tibial, puede que sintamos rigidez y calambres en la zona, más aún si añadimos una tensión muscular excesiva.
Causas de la periostitis tibial
Existen factores de riesgo que aumentan la posibilidad de padecer esta lesión:
· Sobreentrenamiento. Cuando corremos, impactamos nuestro pie contra el suelo provocando vibraciones que afectan a las “espinillas” y la rodilla. Si de manera continua, realizamos mal el ejercicio y además, realizamos sobreentrenamiento, estamos favoreciendo la aparición de la lesión.
· Biomecánica. Es necesario realizar un estudio analítico de la pisada que determine cuál es el problema: pie plano, arco plantar alto, diferencias al caminar…
· Falta de preparación muscular previa y adecuada a la hora de entrenar. Es necesario preparar nuestro cuerpo para comenzar a entrenar, independientemente del nivel que tengas. Al entrenar, nuestro cuerpo produce ácido láctico, responsable del dolor y fatiga de los músculos. Cuando estiramos los músculos, eliminamos el ácido láctico y evitamos así lesiones.
· Terreno. Nos referimos a los cambios de terreno sobre los que se realice la actividad física y que supongan un esfuerzo mayor de la tibia. Los terrenos que favorecen la aparición de periostitis tibial son aquellos más rocosos y con superficies duras.
· Calzado no adecuado, especialmente, los que tienen poca amortiguación o no se ajustan bien al tobillo.
· Sobrepeso. Si añadimos más peso a nuestras rodillas del que puedan soportar, tendremos más posibilidades de padecer periostitis tibial.
· Cadera. Excesiva rotación de cadera.
¿Podemos prevenir la periostitis tibial?
Si hemos padecido periostitis tibial por sobrecargas o sobreentrenamientos, es posible que podamos prevenir la lesión siguiendo unas sencillas pautas:
· Si estás empezando a entrenar, comienza por un nivel bajo y ve aumentando paulatinamente la intensidad.
· Utiliza un calzado adecuado y que no esté desgastado. Tiene que sujetar bien el pie y con un poco de amortiguación. Además, los hay específicos para absorber impactos cuando se realiza ejercicio.
· Preparar los músculos para el entrenamiento, estirando después de realizarlos y calentando antes del ejercicio.
· Evita entrenar en terrenos con suelo irregular y excesivamente duro como asfalto.
En la clínica Javier Navarro, tenemos disponibles el uso de dos tecnologías punteras para llevar al límite tus entrenamientos y evitar este tipo de lesiones, especialmente, si te dedicas a ello de manera profesional.