¿Qué es un edema óseo?

También conocido como "síndrome de edema de la médula ósea", es una condición que se caracteriza por la acumulación de líquido en el interior del hueso, algo que suele detectarse mediante la realización de una resonancia magnética. 

No es una enfermedad en sí, sino la respuesta del cuerpo a una lesión u otra patología subyacente. De esta manera, el edema óseo puede surgir a raíz de:

  • Traumatismos agudos, como un esguince o una fractura.

  • Sobrecarga crónica, algo común entre los deportistas.

  • Procesos inflamatorios.

  • Infecciones.

  • Tumores.

  • Trastornos de la circulación sanguínea en el hueso, como la osteonecrosis.

Síntomas del edema óseo

Dependen de la causa que lo origine y dónde esté ubicado. Sin embargo, los más comunes son:

  • Dolor: es el síntoma más frecuente, pudiendo ser persistente y empeorar con la actividad física.

  • Hinchazón: a veces puede apreciarse una hinchazón visible o palpable alrededor de la articulación o del hueso afectado.

  • Sensibilidad: el área afectada también puede ser sensible al tacto.

  • Limitación de movimiento: la articulación cercana al edema óseo puede tener un rango de movimiento reducido debido al dolor y la inflamación.

  • Claudicación: en el caso de los edemas óseos en huesos de la extremidad inferior, como la cadera o la rodilla, este se puede manifestar como una cojera. 

Tipos de edema óseo

Los edemas óseos se pueden clasificar según la causa:

  • Edema óseo traumático: es el más frecuente y ocurre como resultado de una lesión aguda, como una contusión, un esguince o una fractura por estrés, es decir, la respuesta del hueso frente a un daño mecánico.
  • Edema óseo biomecánico o por sobreuso: es similar al traumático, pero este hace referencia a la acumulación de líquido por el estrés repetitivo que sufre el hueso en cuestión sin que haya una fractura. 
  • Síndrome de edema óseo transitorio (SEOT): afecta principalmente a la cadera, a la rodilla y al pie. Se caracteriza por un dolor intenso y una causa idiopática o desconocida A menudo se resuelve por sí solo en cuestión de meses. También se cree que podría estar relacionado con una isquemia transitoria o con una respuesta vasomotora anómala.
  • Edema óseo inflamatorio: se asocia a enfermedades que causan inflamación en las articulaciones y los huesos, como la artritis reumatoide, la espondilitis anquilosante y otras enfermedades autoinmunes. El proceso inflamatorio es el responsable de la acumulación de líquido en el interior del hueso.
  • Edema óseo infeccioso (osteomielitis): causado por una infección bacteriana o fúngica en el hueso. Aquí el edema óseo es una respuesta inflamatoria del cuerpo a dicha infección.
  • Edema óseo isquémico (osteonecrosis): se produce cuando hay una interrupción del flujo sanguíneo en una parte del hueso, lo que provoca la muerte del tejido óseo o necrosis. El edema óseo es un síntoma que se manifiesta antes de que el hueso colapse. La causa puede ser idiopática, es decir, desconocida, o bien secundaria, como ocurre con el consumo de corticoides, el alcohol, los traumatismos o las enfermedades de la sangre.
  • Edema óseo neoplásico: asociado a la presencia de tumores, sean benignos o malignos, en el hueso. A su vez, ese tumor puede causar directamente el edema óseo o bien el edema óseo surge como reacción del hueso circundante. 
  • Edema óseo postquirúrgico: puede aparecer después de una cirugía ortopédica como parte del proceso normal de curación y remodelación ósea.
  • Edema óseo persistente: se le considera así o crónico cuando no se resuelve en el tiempo esperado, que suelen ser varias semanas o meses. Mientras que un edema óseo causado por un traumatismo pequeño tiende a desaparecer con reposo, un edema persistente indica la presencia de una causa subyacente más seria o que el tratamiento inicial no ha sido suficiente. El principal síntoma del edema óseo persistente es el dolor crónico en el hueso o en la articulación afectada. A diferencia del edema agudo, el dolor persistente no cede con el reposo y puede incluso empeorar por la noche, lo que puede derivar en cojera y en una limitación de la movilidad.

Con todo, el edema óseo también puede clasificarse según la gravedad en leve, si el foco de este es pequeño; moderado, cuando más abarca; y grave, donde ya afecta a gran parte del hueso.

Tratamiento del edema óseo

El tratamiento del edema óseo tiene el objetivo de abordar la causa subyacente y aliviar los síntomas. Para ello, suele recurrirse a: 

  • Reposo y descarga: reducir o eliminar la carga sobre el hueso afectado es fundamental, lo que implica desde evitar actividades que causen dolor hasta el uso de una férula o de muletas.

  • Fisioterapia avanzada con tecnología de magnetoterapia: una vez que el dolor agudo disminuye, la fisioterapia avanzada es crucial para recuperar la fuerza, la movilidad y la flexibilidad. En la clínica Javier Navarro contamos con Zimmer, tecnología de magnetoterapia de alta intensidad y Magnetolith, dispositivo de magnetoterapia de alta frecuencia. 

Magnetoterapia de alta intensidad y de alta frecuencia

Ambas son terapias eficaces y ampliamente utilizadas para el tratamiento del edema óseo ya que actúan directamente sobre el hueso y los tejidos circundantes para acelerar el proceso de curación. Su tecnología consiste en la aplicación de campos magnéticos pulsados sobre la zona afectada. Dichos campos tienen la capacidad de penetrar los tejidos profundos hasta llegar al interior del hueso. 

La magnetoterapia de alta intensidad y la de alta frecuencia producen diferentes efectos terapéuticos, como el antiinflamatorio, lo que disminuye la presión interna del hueso y alivia el dolor de manera significativa. A nivel celular, estos campos magnéticos también son capaces de estimular los osteoblastos, las células responsables de la formación del tejido óseo. Por último, aunque no por ello menos importante, también aumenta la vascularización.

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